Efedrina, la nueva "vedette" en el mundo del narcotráfico

Su importación ya se quintuplicó en lo que va del año. Los motivos

Hace ya un tiempo, en el Mundial de Estados Unidos 2004, su nombre se hizo conocido por el dóping positivo de Maradona. La efedrina era la sustancia prohibida detectada en la orina del astro y su sola mención remitía a ese hecho y a ese lugar. Hoy, catorce años después, la Argentina quintuplicó el volumen de importación de esa droga -pasó de 5 toneladas en 2006 a 24 en lo que va del año- y la cantidad promedio que la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) secuestra ya creció a límites insospechados: en todo 2006 se incautaron 100 kilos. En los primeros meses de 2008, la cifra ya trepó a más de 700.

Lejos ya de aquel episodio que sacudió al mundo deportivo en pleno mundial de fútbol, las razones actuales de este llamativo aumento no hay que buscarlas en una demanda local de jarabes para la tos o broncodilatadores -la mayoría tiene efedrina-. Para nada. Detrás del insólito crecimiento se oculta el fenómeno más reciente dentro del mundo del narcotráfico: la enorme demanda aquí y en Estados Unidos de consumidores de drogas de diseño -metanfetaminas y éxtasis- que necesitan a la efedrina como precursor químico.

La efedrina es una sustancia extraída de la planta Ephedra sinica. Según el bioquímico José María Carrazone, esta planta es utilizada en algunos preparados adelgazantes. "Se la puede combinar con otras plantas medicinales que contienen cafeína o sustancias parecidas como el guaraná -apunta el especialista-. Y también la usan algunos atletas para mejorar en teoría su rendimiento deportivo".

Conocida como ma huang, la efedra fue comercializada en su momento por varias compañías farmacéuticas norteamericanas como un suplemento dietario, pero eso sucedió hasta que la Administración de Medicamentos y Alimentos (FDA) de los Estados Unidos prohibió la venta de esos productos. En la Argentina su comercialización se prohibió en 1997.

Es tan grande el crecimiento de su comercialización, sin embargo, que los investigadores del triple crimen de General Rodríguez no dudan en pensar que allí radicaría una de las razones principales de los homicidios. Hace dos años, luego de matanzas y hasta decapitaciones de empleados del aeropuerto mexicano del DF, el gobierno de México decidió tomar medidas y comenzó a limitar el comercio de efedrina. A principios de este año, México prohibió la importación del precursor y el 4 de julio pasado prohibieron incluso la circulación de cualquier medicamento que contuviera la sustancia. Todo eso bastó para que los narcos mexicanos miraran hacia al sur y comenzaran a triangular la efedrina a través de Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, donde este precursor está controlado pero no prohibido.

Si bien para importar efedrina a la Argentina cualquier persona o sociedad debe anotarse primero en el Registro Nacional de Precursores Químicos, lo real y concreto es que una vez cumplido este requisito entrarla a nuestro país es legal. Lo que se decomisa en la Aduana Argentina es siempre en el canal de salida. Y en todos los casos descubiertos el destino final es México, sobre todo la ciudad de Guadalajara.

Al igual que ocurre con la cocaína o con pastillas como el éxtasis, la efedrina comenzó a ser traficada ahora de las más formas más variadas: en cargamentos de importancia (disimulada como complementos dietéticos), en envíos de encomiendas por correos privados y hasta impregnada en ropa.

Todos estos puntos vienen a explicar de alguna manera los laboratorios descubiertos en este último tiempo en suelo bonaerense y que pertenecían a bandas de narcos mexicanos. El más conocido por su magnitud, sin duda, es el que funcionaba en Maschwitz, partido de Escobar, y que fue desmantelado por la Bonaerense el mes pasado. De hecho es con esta banda que se relaciona a Sebastián Forza, uno de los empresarios asesinados que recibió tres tiros en la cabeza y cuatro en el pecho.

Al margen de las conexiones que hay entre las bandas locales y el narcotráfico mexicano, una de los aspectos que más preocupa a quienes entienden en la problemática de adicciones está centrado en los efectos devastadores que genera el consumo de efedrina. Según Carrazone, de hecho, la efedrina es un alcaloide que funciona como un estimulante del sistema nervioso central, y sus efectos adversos pueden ser nerviosismo excesivo, insomnio, alucinaciones visuales y auditivas y hasta cuadro de psicosis.

"En el sistema cardiovascular -apunta el especialista-, la efedrina puede producir además palpitaciones, taquicardia y aumento de la presión arterial. Su consumo hasta puede resultar fatal si se lo combina con ciertos medicamentos".

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